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La Vendedora de Flores


La vendedora de flores sonreía;
su arrugado rostro resplandecía de gozo.
Por impulso, tomé una de sus flores y le dije:
*
- Se ve usted muy feliz esta mañana.
-¡Claro!- exclamó-. Sobran los motivos.
*
Aquella mujer vestía tan pobremente y se veía tan frágil,
que su actitud me intrigó.
*
-Sobrelleva sus problemas admirablemente- la elogié.
Ella me explicó entonces:
*
Cuando crucificaron a Jesús, el Viernes Santo,
fue el día más triste de la historia.
Pero tres días después, ÉL RESUCITÓ.
*
Por eso he aprendido a esperar tres días
siempre que algo me aflige,
entonces las cosas resultan no ser tan graves como parecían
y se arreglan de una u otra manera en ese tiempo.
*
Seguía sonriendo al despedirse de mi.
*
Sus palabras me vienen a la mente
cada vez que estoy en dificultades...
*
“Hay que esperar tres días"