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Fiesta de todos los Santos


La fiesta que se celebra el 1 de Noviembre se dedica a lo que san Juan describe como «una gran muchedumbre imposible de contar, de todas las naciones, tribus y lenguas»; los que gozan de Dios, canonizados o no, pero individualmente amados y redimidos por Él, que conoce a cada uno de sus hijos por su nombre y su afán de perfección.
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Entre los desconocidos también están aquellos veinticuatro carros repletos de huesos de mártires que Bonifacio IV hace trasladar al Panteón del paganismo para fundarlo de nuevo sobre cimientos de santidad. Cualquiera que en lugar de abandonar el camino de la santidad, ante cada caída se levantaba por la misericordia divina, con más valor y más entusiasmo, porque si el justo peca 7 veces al día y se levanta, cuanto más pecará los que pretenden serlo. Pro 24:16
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Cualquiera que supo ser fiel sin que nadie se enterara, o aquel otro que abandonando todo vivió entregado al apostolado que Dios le inspiró y capacitóa pesar de la incomprensión de los demás.
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Festejamos con alegría a los Santos, «que gozan de la gloria de la inmortalidad», donde interceden por nosotros. Cada Santo vive intensamente la visión de Dios y su amor, mas su conjunto forma una ciudad, «la Jerusalén celeste», el Reino de los bienaventurados. Son la Iglesia del cielo.
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La Gloria de los «Santos, nuestros hermanos», procede de Dios, cuya imagen se reproduce en cada uno de ellos de una manera única. Por consiguiente, al venerarlos, proclamamos a Dios «admirable y sólo Santo entre todos los Santos».
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Todos fueron salvados por Cristo, todos nacieron de su costado abierto. Este es el motivo por el que el lugar por excelencia de comunión con los Santos es la Eucaristía.
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En ella les santificó el Señor Jesús con la plenitud de su amor; en ella podemos también nosotros suplicarle con humildad a Dios que nos haga pasar «de esta mesa de la Iglesia peregrina al banquete del Reino de los cielos».
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Dios todopoderoso y eterno, que nos concedes celebrar los méritos de todos los santos en una misma solemnidad, te rogamos que, por las súplicas de tan numerosos intercesores, nos concedas en abundancia los dones necesarios para nuestra santificación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén